Mis libros - El héroe perdido, Rick Riordan

Los lectores no se pueden considerar lectores en sí, si nunca han sufrido la temida Resaca Literaria.

Ya sabéis, ese fenómeno post-lectura-demasiado-para-nuestros-corazones-mortales que hace que te cuestiones prácticamente todo en tu vida, te sume en un pozo de confusión y emociones del cual es muy, muy difícil salir en buen estado.

En la gran mayoría de los casos, no es así.

Pues bien, multiplica ese efecto por diez, no, por mil millones, y entonces podrás rozar con la punta de los dedos el iceberg de emociones que sentí -y todavía siento- al terminar la saga de Percy Jackson.

¿No la habéis leído? Pues no sigáis leyendo, porque os voy a dar spoiler y no, no me digáis eso de que "ah, pues yo no voy a leer esos libros, ¿qué más da algún que otro spoiler?", porque yo os conozco, porque yo antes era como vosotros, igual de ingenuos e inocentes.

Ahora poneos a leer El ladrón del rayo, por favor.

Si ya habéis terminado la saga, esto os estará sonando parecido.

Jason aparece, como si tal cosa, en un autobús en marcha, de la mano de una chica que dice ser su novia, detrás del que proclama ser uno de sus mejores amigos.

¿El problema? Él no los recuerda. De echo, no recuerda nada.

De un momento a otro, Jason, Leo y Piper se ven envueltos en un gran problema un conflicto entre semidioses y ventis, en un mundo del que no tenían conocimiento alguno, con personas que dicen ser como ellos y están muy, muy confundidos.

Confundidos. Esa es la palabra que utilizaría si tuviera que definir El Héroe Perdido con una. Confusión. Porque entre que Jason intenta desesperadamente rescatar cualquier pista de su anterior vida -la vida que le robaron-, Piper guarda un secreto que podría poner fin no sólo a su amistad con Leo y Jason, si no con sus vidas, y Leo se enfrenta a demonios del pasado, éstos tres héroes deberán realizar la misión para la que estaban destinados. O quizá no, depende del punto de vista desde el que lo mires.

Durante su travesía tendrán que enfrentarse a monstruos, gigantes -ja, ja, que no es broma-, y otros tantos peligros a ciegas, sin saber mucho sobre todo aquello que los rodea, tanteando el camino que deben seguir, sin conocer su meta.

Pueden morir -lo que es lo más seguro-. Si fallan, pueden desencadenar lo que sería sólo el principio de una masacre que acabará con el mundo entero. 

Pero están juntos, y juntos pueden hacer cualquier cosa.

Piper, Jason y Leo Campeón

Escrito por la magnífica pluma de Rick Riordan, El héroe perdido nos ofrece una aventura llena de peligros, magia y... agujeros; más que nada. Un gran primer episodio de esta nueva saga, que estoy segura devoraré y me gustará tanto como la anterior.

Si una pega tengo -además de que he andado a ciegas gran parte del libro, lo que no me ha permitido precisamente entender algunas partes- es que, a diferencia de sus antecesores, éste libro se me ha hecho un poco lento.

No con respecto a la acción, pues la rebosa cada una de sus páginas, pero he tardado más en leerlo de lo que preví en su momento. Si no más bien la forma en la que está escrito, pues se nota bastante cómo va madurando la manera en la que el autor narra la historia, cambio que ya pudimos atisbar con El último héroe del Olimpo.

Los personajes, como no podía ser de otra manera, me han gustado muchísimo.

Jason, a diferencia de Percy, que se encontró al final de su desarrollo como semidios siendo uno de los más importantes desde hace siglos, tiene madera de líder. Nació para serlo. Se preocupa por todos aquellos que le rodean, es bondadoso y fuerte y es el tipo de chico cuya popularidad no se le sube a la cabeza.

Piper, a pesar de ser al prinipio algo así como la chica invisible, mejora bastante con el transcurso de la novela, demostrando ser inteligente y capaz.

Leo es de los personajes que más me ha gustado. Es un chico que se refugia tras una fachada de bufón, del título de gracioso de la clase, escondiendo un lado de su vida que teme compartir. Muestra ser un personaje muy profundo que, aunque no siempre aparece en el póster, demuestra ser de vital importancia, no sólo por sus cuantiosas habilidades o sus inoportunos chistes, si no sólo por ser Leo.

Desde luego, no podía empezar el año mejor.

"Apuesto a que su cloaca es mejor que la nuestra."